Se recordaba sentada en un tobogán inflable tal alto como una montaña, que podía a escalar a su antojo agarrada de la mano de su “fiel compañero”, amigo y primer AMOR.
Eran tan solo dos niños descubriendo la inocencia de quererse, quedándose quietos por largo rato donde el silencio predominaba, las miradas iban y venia dando vueltas alocadas como si quisieran descubrir algo entre las miradas; como si hubieran descubierto que en una simple mirada pueden abrir puertas a un mundo desconocidos, a secretos escondidos en lo mas profundo de nuestro ser. No se, pero eso es lo que se podía ver en aquellos pequeños un amor inocente donde solo querían descubrir esos lugares que nadie se había dispuesto a explorar, tal vez por el miedo o por falta de imaginación.
que darles su espacio,
auque el riesgo sea ser travieso.
